Por Raquel Goldschmidt
Cuando Aliza Moreno-Goldschmidt, autora de “Conversos de origen judío en la Cartagena Colonial” (Título del libro), empezó con su proyecto, hubo algunos aspectos que quisiera compartir con los lectores del nuestro querido Das Blatt.
El tema del libro, como la autora lo denomina, se trata de aquellos judíos conversos al catolicismo que se fueron de España y Portugal en la época inquisitoria y que se establecieron en algunos puntos de Latinoamérica, pero el tema se dirige más puntualmente al establecimiento del Tribunal de la Inquisición aceptado por el Santo Oficio en Cartagena de Indias el 30 de noviembre de 1610.
La autora nos comentó que muchas de estas conversiones fueron sinceras y muchas otras, fueron criptojudíos, y llevaban su judaísmo a escondidas. Llevar el judaísmo a escondidas implicaba muchas cosas, como demostrar que eran fervientes católicos y en lugares recónditos, en la intimidad de sus casas, estudiar Torah y otros ritos de manera disfrazada, exponiéndose a las más crueles torturas, usuales de la Inquisición.
Era conocido, que cualquier indicio, por pequeño que fuera, causaba la sospecha de los inquisidores y tomaban preso por largos períodos a los personajes de quienes se sospechaba, resultando ser, la gran mayoría, “inocentes” del cargo imputado de ser judaizantes.
Aliza Moreno hizo algo inesperado en su obra: algo que los anteriores maestros del tema e historiólogos no se había atrevido a hacer: publicar los testimonios de los torturados. Los anteriores historiólogos consideraban que no se podían fiar de dichos testimonios pues habían sido en condiciones de tortura, pero Aliza Moreno vio en éstos un valor que era el momento de esclarecer y dar a la luz pública. Testimonios de personas que aún siendo torturados destaparon su condición de judíos orgullosos y otros, que aún siendo torturados, se apegaron a su nueva fe, al amor a Cristo y a la Virgen María, muchos de ellos (en ambos casos) quedando mutilados y algunos pocos, muertos.
Otra interesante conclusión a la cual llegó la autora, es sobre los apellidos. Por tradición se ha pensado que los apellidos que adoptaron los judíos al convertirse al catolicismo, fueron en su gran mayoría, apellidos existentes: Gómez, González, López, Caro, Medina, Moreno, Peña… etc. Y quienes poseen éstos apellidos, seguramente fuesen descendientes de judíos conversos, pero la autora persiste en negar dicho argumento ya que seguían existiendo apellidos católicos tradicionales con raíces católicas desde siglos anteriores, por esto no se puede saber a ciencia cierta si alguien, por ejemplo, de apellido Guzmán, era un tapujo del apellido anterior Gutman… u otras conjeturas similares.
Los judíos o nuevos conversos, que salieron de España y Portugal, vinieron a éstos territorios, principalmente porque no eran del “nivel social” católico allá, ni aunque hubiesen hecho grandes donaciones para iglesias, o hubiesen demostrado su gran apego al catolicismo. Llegaron a éstas tierras donde se formaron un entorno social más cómodo, incluso haciendo amistad de fuertes lazos con la iglesia y sus inquisidores. También cabe destacar que Cartagena era un puerto comercial muy importante, y se podían desarrollar económicamente mejor que en sus lugares de origen.
No es mi intención relatar el libro, de ser así, debería ser un artículo académico y no estoy en la capacidad de hacerlo, mi intención es mostrar la parte humana y la entrega de Aliza a éste proyecto. Para ello viajó varias veces a España durante los años de su investigación. También viajó a Cartagena (donde le caímos de sorpresa), y aunque no había allí documentación porque se ha destruido en su mayoría, logró identificar los edificios donde se estableció el Tribunal de la Inquisición y otras viviendas de personalidades de ésa época.
No son pocas las charlas y presentaciones que Aliza ha realizado en torno a éste complejo tema; su esposo Yaacov y sus hijos, le han apoyado durante todo el tiempo, de una manera, diría yo, que heroica. Sé que Aliza, como persona inquieta intelectualmente, no se detiene en ésta investigación ni en éste tema.
Como madre me siento orgullosa, y como comunitaria, siento una gran admiración por su entrega, su energía y su trabajo, pero también, no quiero dejar a un lado su rol de madre, esposa y parte integrante de la comunidad donde ella vive, y pertenece al grupo de mujeres ortodoxas que han pasado por la universidad y que se reúnen a desarrollar charlas de estudio, análisis y cultura. Trabaja en la Biblioteca Nacional de Israel en Jerusalem, una de las más importantes del Medio Oriente, y dirige la sección de Historia judía y filosofía. También dicta clases a profesores de materias judaicas, y en las noches… ¡dicta clases de Zumba!
Commenti