Rabina, gracias por concedernos esta nota. Para comenzar, me gustaría que me contara un poco más sobre usted, su vida cotidiana, su familia.
Mi nombre es Judy Nowominski. Soy hija de Israel Meir Nowominski Z”L y Felicia Iaschinsky (uruguaya), y hermana de Gabriel y Fabián.
Hace casi 34 años estamos casados con Danny Kohn y desde entonces formamos una linda familia integrada por nuestra hija mayor, Tammy Kohn (31), que hace más de 8 años está casada con Matías Chervonagura y tienen dos hijos, nuestros nietos: Maia (4) y Eitan (1); y nuestro hijo menor Uri Kohn, casado hace 1 año con Jeanette Blicher.
Durante más de 25 años trabajé diariamente en distintas instituciones educativas enseñando tradición judía, biblia y hebreo. Los últimos 10 años me enfoqué en la vida comunitaria integrándome a todos los ámbitos de la misma y liderando todas las áreas: juventud, adultos, cultura y educación y la vida sinagogal.
Actualmente me dedico a enseñar y estoy generando nuevos proyectos para desarrollar en el ámbito educativo comunitario y académico con la mirada puesta en el futuro y las nuevas necesidades.
Uno de los motivos por el que decidí ser Rabina formalmente y no quedarme solo con mi formación académica que es judaica fue el deseo y la vocación de acompañar y vivenciar junto a la gente los momentos trascendentes de la vida judía: no acotarlos solamente a la etapa escolar y de formación académica, sino a la vida misma, porque creo que de eso se trata. Celebrar las alegrías y consolar y dar contención frente al dolor y la pérdida.
Hace 5 años fue mi ordenación rabínica, ya con muchos años de dedicación a la educación judía y a la experiencia personal.
Mi familia me acompaña en la vida judía desde siempre y vive con alegría la belleza de nuestra tradición. Me siento especialmente satisfecha y plena cuando mis hijos con actos demuestran sus convicciones y su amor por nuestro legado familiar, y cuando muestran su compromiso con una vida judía rica y moderna en la que la tradición ocupa un lugar de privilegio, pero con un compromiso especial por la participación igualitaria, la aceptación de la diversidad, y un enfoque actual y real. Todo esto con una sensibilidad especial que ambos tienen y expresan a través de la música, el arte, el estudio, la comida y la vida familiar.
2. ¿Cómo es y qué es para usted ser Rabina?
Para mí ser Rabina es ser yo plenamente, también en el ámbito vocacional, es decir: haber aceptado, dejando de lado los miedos y los prejuicios, mi vocación de servicio por Am Israel. Como dije antes, se trata de estar presente activamente celebrando las alegrías de las personas y de la comunidad e intentando dar consuelo en los momentos de sufrimiento y dolor en un marco de mitzvot-preceptos, regido por la ley judía y la mística de la tradición ancestral. Fue un gran paso dejar de acotar el campo de acción a la vida escolar y académica.
Incluye asumir el compromiso de estudiar y enseñar el legado de nuestros antepasados con la mirada puesta en el futuro y la continuidad, y trabajar especialmente en aquellas cosas que debemos mejorar para que todos puedan sentirse parte y disfrutar activamente de la vida judía. Ser Rabina excede la comunidad o el proyecto que esté liderando. Los rabinos solemos decir que nuestro rabinato es full life, es decir: no tenemos horarios y somos rabinos en todo momento para nuestros amigos y familia, nuestros alumnos y congregantes y para la gente en general.
3. ¿Dirías que el género influye en el rol rabínico?
En relación al rol rabínico, es igual si se trata de un rabino o una rabina. Ambos asumen las obligaciones necesarias para acompañar a la gente en la vida judía en general. Yo creo que no podemos hablar de tareas idénticas o complementarias en el desempeño de un rol porque cada ser humano es único y le da su impronta o su estilo a la labor, no creo que esté vinculado al género. Lo que pasa a menudo es que la gente tiene un prejuicio de lo que debe o puede hacer un hombre o una mujer y se maneja de acuerdo a eso.
Recuerdo que una persona muy formada una vez me dijo: “Lo que pasa que los hombres quieren hablar con un rabino porque quizás le quieren hacer una consulta de negocios o referida a lo sexual”. Increíble, ¿no? ¡Siglo 21 y seguir pensando que las mujeres no tienen capacidades en el mundo de los negocios!
Los colegas del movimiento conservador en general se están adaptando a la coexistencia con rabinas, inclusive algunos estimulan los proyectos de inclusión y diversidad en las instituciones judías.
Desde mi experiencia trabajé con colegas hombres los últimos años y lo hicimos en un marco de respeto y en equipo. Solo una vez tuve que atravesar una situación complicada en una comunidad en la que se me trató con parcialidad, sin tener en cuenta mis conocimientos, trayectoria o habilidades. Esa experiencia dolorosa me sirvió para reconocer mi límite de tolerancia frente a aquellas cosas que no podemos permitir, como la falta de reconocimiento auténtica y el desprestigio de género.
Entre los tantos desafíos que me quedan pendientes está el de educar a la nueva generación para que encuentre en los rabinos un líder y referente independientemente de su género.
3.En el marco del Día de la Mujer, ¿podríamos hablar de una celebración de la mujer en el judaísmo?
Para mí que exista un día especial para la mujer es una mancha para la cultura, la civilización. Y me pregunto: ¿Cómo es posible que en un mundo avanzado, en el que reina el progreso, es necesario el activismo feminista para proteger a la mujer de la violencia? ¿Cómo es posible que la dirigencia comunitaria en Latinoamérica no asuma el compromiso de educar para el cambio incluyendo a mujeres en sus directivas o puestos de liderazgo? ¿Cómo es posible que las Rabinas en Latinoamérica tengan tanta dificultad para ser aceptadas como referentes comunitarios sin un colega varón a su lado?
En general el judaísmo es presentado como una religión y forma de vida que coloca a la mujer a la sombra del hombre. Pero esto no está vinculado a los orígenes. Sin embargo, si ahondamos en los textos fundantes, podemos notar que la Torá presenta a las matriarcas, a las cuatro, como las constructoras junto a sus maridos y en especial a la hora de tomar las grandes decisiones, las trascendentes.
Existe una celebración tradicional en el judaísmo y es la de Rosh Jodesh, la del inicio del mes que es femenina por excelencia. Y claramente desde ese lugar se podría resignificar la celebración y trabajar en la empoderamiento de la mujer para que vuelva a ocupar un rol activo inspirado en las matriarcas.
Claramente deberíamos convertir nuestras comunidades en un entorno inclusivo, seguro y respetuoso. Al hacerlo, crearemos espacios libres de acoso, desprestigio de género y parcialidad.
Hay que jugársela y no temer y marcar el comienzo de una nueva era de liderazgo que refleje y apoye mejor a las personas y las comunidades a las que servimos.
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