Por: Enrique Quijano
Durante varios días buscaba cómo darle forma a esta colaboración para Das Blatt, y, aunque tenía claro que quería centrar este escrito en los riesgos que enfrentamos en la actualidad, no encontraba la manera de ordenar lo que pienso en este momento con respecto al “Antíoco Epifanes” que nos asecha en el presente. Dejé la hoja en blanco y la idea rondándome, hasta cuando recibí de la señora Myriam Krausz un artículo escrito por Sergio Bacari, que nos exhorta a reconocernos frente a todas las circunstancias, no solo en momentos en los que el antisemitismo cobra la vida de nuestros hermanos; dicho artículo hace referencia a “ reconocer oficialmente a las corrientes conservadora y reformista en Israel”, pero creo yo que es un llamado urgente para que todos: ortodoxos, conservadores, reformistas, nos aproximemos como lo que somos: judíos con los mismos derechos y obligaciones.
Destaco del artículo del señor Bacari dos aspectos que me quedaron grabados: el primero es el de “Kol Yisrael arevim ze bazé”, “cada judío es responsable uno del otro”.
Las noticias desde Norteamérica, Francia, Inglaterra, Argentina y Uruguay son una muestra alarmante del creciente antisemitismo en este tiempo en el que esperaríamos que la historia ya tendría que haber generado en la humanidad la conciencia del respeto por la vida y por las diferencias.
Como segundo punto, el artículo resalta un hecho conocido por nosotros: los que quieren nuestra desaparición nunca preguntan a cuál corriente pertenecemos; para ellos, somos iguales, y eso es lo que les molesta.
Esta preocupación ya ha sido expresada por dirigentes, escritores y personas del común cada vez que se repite la violencia en contra nuestra y de otros grupos de almas. Es como si el mundo nos recordara de una manera reiterada la importancia de mantenernos unidos.
Acabamos de conmemorar 80 años de Kristallnacht, inicio de la Shoah que no olvidamos. Lamentablemente no podemos decir que estamos libres de riesgo. Continuemos haciendo frente a lo irracional de los que insisten en permanecer en la oscuridad con la luz de nuestras festividades que se mantienen vivas, al igual que nosotros.
Aunque el presente nos preocupa, tengo la esperanza de un mejor mañana, y nada más oportuno que la alegría de Januká, en la que nos reunimos en comunidad, en familia, para bendecir al encender consecutivamente nuestras velas que, sin falta, nos envía la casa Lubavitch.
Serán ocho días con el sabor de los latkes, los sufganiot, las canciones, el rikudim, los niños corriendo por el salón; los mayores, tal como lo hicieron sus padres, enseñando a sus hijos la importancia de esta fiesta, mientras quienes nos hemos incorporado al am Israel jai vamos construyendo recuerdos para trasmitirlos a la siguiente generación en esta, que, como decíamos con la Morá Batia Z”.L, es una de mis festividades favoritas.
Luego nos reíamos, al darnos cuenta de que lo mismo decíamos de Pésaj, Rosh Hashaná, Sucot…
Colombia es uno de los lugares del mundo donde afortunadamente es posible que encendamos nuestras Janukiot , con libertad , para celebrar la continuidad de nuestro judaísmo y nuestro pueblo, haciendo énfasis en lo que nos une: nuestra Torá, nuestra historia, nuestro legado, nuestra fe, nuestra música, nuestra comida, nuestras fiestas, nuestra cultura, nuestro Shemá Israel, nuestro Hatikva, nuestro Estado de Israel y nuestro amor al prójimo, que nos da la fuerza para continuar siendo judíos responsables uno del otro.
Estoy preparándome para cantar Maoz tzur junto a todo Israel.
Ojalá el mundo cante a todo pulmón “Imagen”, de John Lennon.
“You may say I'm a dreamer, but I'm not the only one”
Jag Januká Sameaj
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